La etiqueta RFID no acaba de implantarse.
La etiqueta RFID no acaba de implantarse.
La etiqueta inteligente se frena en la cadena de suministro.
Aún no se ha establecido como tal y ya supone una revolución para la cadena de suministro. Se trata de la Radiofrecuencia Digital, RFID, tecnología que podría sustituir los códigos de barras de los productos de gran consumo, a partir de un chip o etiqueta inteligente. Lo que aporta la RFID, según los expertos, es fundamentalmente una promesa de reducción de costes, tanto de stocks, como de pérdida, devoluciones o en la gestión de la caducidad.
Pero lo que desde el punto de vista logístico y de la distribución puede constituir una ventaja, se convierte en todo lo contrario para los fabricantes. Para estos últimos se especula que la adopción de la etiqueta inteligente supondrá grandes costes. Así lo cree Bernardino Aldea, socio director de la consultora MMC Team.
«La aplicación de la RFID en el sector retail está en plena fase de descubrimiento», dice Miguel A. Robles; «y por tanto y tal y como ocurrió con el código de barras, su expansión se dará cuando las grandes superficies vean en ella un elemento de optimización de sus procesos y un facilitador de acciones comerciales en las propias tiendas».
La capacidad de negociación y control sobre los proveedores es una baza a favor de los distribuidores, de ahí que Bernardino Aldea se atreva a considerar que «tanto Mercadona como las cadenas de descuento podrían ser los dinamizadores del RFID en el mercado español». Mercado, por cierto, en el que según esta consultora el RFID «antes de los próximos 10 años no estará desarrollado más allá del 40%». Aldea explica esto último en términos de la barrera existente «por la lucha de sistemas» y porque en general «hay muchos intereses aguas arriba y aguas abajo».
Fuente: Canaldis
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